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30 de enero de 2020

¿Avanzando hacia atrás?

Hojeando revistas de ciclismo de hace ya más de un siglo, uno descubre que las verdades no son inmutables. Seguramente el consejo que más veces me han repetido es que hay que beber mucho en las salidas en bici. Hay hasta quienes lo cuantifican con precisión quirúrgica en bidones por hora. Por eso me hizo gracia encontrar en el boletín de la Union Velocipédique de France un artículo titulado «Conseil aux touristes», que empezaba con contundencia: «Ne buvez pas». El principal consejo a los (ciclo)turistas era, efectivamente, no beber. Pese a sentir «la boca seca, la lengua pastosa, la garganta llena de polvo, sudor en todo el cuerpo», la consigna era clara: no bebas.

Boletín de la UVF (10-7-1896)

Boletín de la UVF (10-7-1896)

Las consecuencias de beber se presentaban como amenazas potencialmente letales: «congestión de los intestinos y del estómago, problemas nerviosos graves que detienen el ritmo respiratorio y en ocasiones los latidos del corazón...»

El artículo proponía a continuación imitar a los ingleses, maestros sin rival en todos los deportes. Los ingleses, al parecer, no bebían, apenas se enjuagaban ligeramente la boca o se permitían un sorbito de líquido, más «para humedecer las mucosas y eliminar el polvo que para calmar la sed».

Por supuesto, el mismo autor tenía la solución ideal al problema de la sed: el alcohol de vino Cléléas. El Cléléas, que se vendía en un frasco especial para ciclistas, era el «compañero de ruta más útil». La mejor manera de combatir el malestar, la fatiga o el desfallecimiento, según el artículo, era empapar en Cléléas un terrón de azúcar y dejar que éste se deshiciera en la boca. Corría el año 1896, y los bolsillos de los maillots no iban llenos de geles y barritas energéticas.

Absenta «refrescante» para «(ciclo)turistas»

Absenta «refrescante» para «(ciclo)turistas»

Con estas consideraciones que hoy suenan descabelladas convivían estudios mecánicos, matemáticos y anatómicos de primer orden aplicados al ciclismo. Las innovaciones en las bicicletas llenaban páginas y páginas en las revistas de finales del siglo xix y principios del siglo xx. Algunas de esas innovaciones, como la introducción de los desarrollos múltiples, han seguido evolucionando hasta nuestros días. Otras se quedaron por el camino.

Retropedaleando en el Tourmalet (1902)

Cuando hoy hablamos de retropedalear, o más bien de contrapedalear, pensamos en el sistema de frenar una bicicleta de piñón fijo. Sin embargo, una de las propuestas más debatidas en los primeros años del siglo xx fue el rétropédalage.

En un muy extenso artículo publicado en junio de 1901 en la revista mensual del Touring Club de France, E. Perrache exponía el mecanismo y los méritos de la «Retro». Las grandes ventajas que señalaba el autor eran la supresión del ángulo muerto y una utilización más racional y más completa de los grandes músculos motores.

Dos ilustraciones del artículo de Perrache

Después de analizar detalladamente la posición del sillín y distintos modos de pedalear, Perrache concluía que era en los puertos donde podía sacarse el máximo partido a una retro, ya que permitía velocidades más bajas sin peligro de perder el equilibrio. Perrache asegura haber podido subir «cantando el col de la Croix-de-Presles por el lado de Poleymieux (2.659 m al 7 %)». El artículo de Perrache terminaba así:

Señores, contamos con ustedes en el próximo Salón de la Bicicleta. Y ya vislumbro el día en que los miembros del Touring, canturreando, coronarán sentados el Galibier.

A Perrache la idea de pedalear en sentido inverso al habitual se le había ocurrido en su home trainer. Desde finales del siglo xix estaban en boga todo tipo de artefactos para entrenar sin salir de casa.

¿Watopia?

¿Watopia?

Como es lógico, en el momento de publicación del artículo de Perrache las «retros» no se fabricaban en serie. Sin embargo, Manufacture française d'armes et cycles de Saint-Étienne muy pronto dio el paso de fabricar las primeras y su estreno no pudo tener mejor escenario. Se produjo el 18 de agosto de 1902 en un concurso de bicicletas organizado por el TCF. Se trataba de un competición de bicicletas y no de ciclistas. El objetivo era «unicamente fatigar la máquina y constatar, mediante un control riguroso, si permitía largas ascensiones de puertos duros».

Retrodirecta de cadena única

Retrodirecta de cadena única

¿Y cuál era el recorrido de esa exigente prueba? Nada menos que 215 km con un desnivel acumulado de 4150 metros en los Pirineos. Se salía de Tarbes para dirigirse a Lourdes, y después a Luz Saint-Sauver para ascender el Tourmalet, bajar a Bagnères de Bigorre, para de nuevo volver a subir el Tourmalet por el mismo lado y regresar a Tarbes.

<em>Le Génie civil</em> (14-3-1903), p. 311

Le Génie civil (14-3-1903), p. 311

Así pues, dos ascensos al Tourmalet, un año antes de que echara a andar el Tour de Francia y ocho años antes de que, en 1910, Octave Lapize pasara en cabeza por el mítico puerto (en este caso desde Campan) de camino a Bayona, mucho antes también de la colorista historia del telegrama de Steines/Steinges a Henri Desgrange.

Aunque se trataba de un concurso de bicicletas, la prensa de la época dejó constancia del primer ciclista en finalizar la prueba: el italiano Rodolfo Muller. Muller declaró que la prueba había sido «la más terrible de todas aquellas en las que he participado, es decir, Marsella-París, París-Brest y vuelta, Burdeos-París, y por último, París-Madrid, en la que ostento el récord».

La noticia en <em>L'Auto-Vélo</em> de Henri Desgrange

La noticia en L'Auto-Vélo, de Henri Desgrange

Muller utilizó una bicicleta Clément con neumáticos Dunlop. Sin embargo, la bicicleta mejor puntuada en el concurso fue una Terrot de 4 velocidades y 2 cadenas. Y entre las que recibieron «recompensas particulares» por algún avance técnico figura una medalla de plata a la máquina de Manufacture française d'armes et de cycles de Saint Étienne, inscrita con el número 16, «por su dispositivo de cambio de velocidad llamado retrodirecto».

Dolin, encargado de establecer el recorrido, y cuyas peripecias en la nieve narradas en el número de junio de la revista del TFC recuerdan mucho al posterior relato mil veces repetido de Steines,

hizo gala como ciclista aficionado de un mérito extraordinario al realizar, con el fin de cooperar en el servicio de control del Tourmalet, la prueba en su totalidad, sin el menor rastro de fatiga.
Utilizó una máquina retrodirecta de dos cadenas.
Éste puede ser el ejemplo más asombroso del futuro reservado a estos nuevos mecanismos.

Revue Mensuelle du Touring Club de France (15-9-1902), 390

Manufacture française d'armes et cycles de Saint Etienne, que comercializaba sus bicicletas bajo la marca Hirondelle, fabricó anualmente decenas de miles de retrodirectas entre 1902 y 1937. Uno de los modelos más comunes contaba con dos piñones. El piñón pequeño, a utilizar en el llano y los descensos, funcionaba con pedaleo convencional. Bastaba con pedalear hacia atrás (sin necesidad de ningún dispositivo de cambio de velocidades) para que la cadena engranara el piñón grande e iniciar el ascenso.

Publicidad de la Hirondelle retrodirecta

Publicidad de la Hirondelle retrodirecta

Las Hirondelle [‘gaviota’ en francés], nacidas de una fábrica de armas, como las BH o las Orbea en España, dejaron de fabricarse en la década de 1960. Antes dieron nombre popular a los policías que patrullaban por parejas en bicicleta por las calles de París.

Pareja de <em>hirondelles</em>

Pareja de hirondelles



Bibliografía

Ballif, A.: «Concours de bicyclettes de tourisme», Revue Mensuelle du Touring Club de France (15-9-1902), 389-392.

Bourlet, C.: «Construction des machines. Les bicyclettes. Le concours de bicyclettes de tourisme», Le Génie civil, 1083 (14-3-1903), 310-313.

— «Construction des machines. Les bicyclettes. Le concours de bicyclettes de tourisme», Le Génie civil, 1150 (25-6-1904), 126-129.

— «Construction des machines. Les bicyclettes. Le concours de bicyclettes de tourisme» (cont.), Le Génie civil, 1151 (2-7-1904), 141-145.

«Conseil aux touristes», Bulletin officiel de la Union Vélocipédique de France, 10 (10-7-1896), p. 190

Labadie: «Le concours de tourisme du T.C.F.», L'Auto-Vélo, 674 (19-8-1902), p. 1.

Manufacture d'armes et cycles de Saint Étienne: Le rétropédalage. Son histoire, ses avantages, 1934.

Perrache, E.: «La Retro», Revue Mensuelle du Touring Club de France (15-6-1901) 255-262.

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