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1-5-2021

«Los esforzados de la ruta»

En un ciclismo cada vez más internacionalizado, el inglés es de manera abrumadora el idioma que más suena en los pinganillos de los ciclistas. Algunas carreras incluso adoptan nombres en inglés: en 2017 el Giro del Trentino pasó a llamarse oficialmente Tour of the Alps y hasta una clásica como Gante-Wevelgem añadió un «In Flanders Fields» al tradicional Gent-Wevelgem.

Cartel de la última edición de la Gante-Wevelgem

Cartel de la última edición de la Gante-Wevelgem

Pero no siempre fue así. En los tiempos donde el único inglés reconocido en el ciclismo internacional era el malogrado Tom Simpson, en el pelotón se chapurreaba una especie de esperanto, donde cabían palabras del francés, del italiano o del castellano.

Términos de cualquiera de esos idiomas acabaron por adaptarse o adoptarse en cualquiera de los restantes. Aun hoy, esa polinización cruzada hace que cuatro de las más importantes publicaciones dedicadas al ciclismo tengan nombres que remiten a otros países. Bahamontes es una revista belga en neerlandés que lleva el nombre del Águila de Toledo, o como dicen ellos «De Adelaar van Toledo», pese a que sería difícil imaginar al primer español ganador del Tour en los adoquines de Flandes. En cambio, Volata es española, y un interesante proyecto editorial holandés optó por Soigneur (el término francés para designar a los auxiliares). Por su parte, a los británicos, pese a que su idioma es amo y señor en el mundillo, les gusta soltar palabras en otros idiomas con más solera ciclista. Así, la revista que marca tendencia en inglés se llama Rouleur (con una aclaración fonética para anglohablantes: roo-ler) y sus páginas están salpicadas de términos como grinta, la citada soigneur o puncheur, otro galicismo extendido que en el caso del inglés es, en cierto modo, una palabra de ida y vuelta. Los franceses la derivaron de punch para referirse al boxeador con pegada y de ahí pasó al ciclismo para definir a ciclistas como Philippe Gilbert, Purito Rodríguez o Rémi Cavagna.

<em>Volata</em> (España) <em>Bahamontes</em> (Bélgica) <em>Rouleur</em> (Reino Unido) <em>Soigneur</em> (Países Bajos)

Volata (España), Bahamontes (Bélgica), Rouleur (Reino Unido) y Soigneur (Países Bajos)

Otro ejemplo, uno de los libros de temática ciclista más exitosos de los últimos años es el escrito por el gregario británico (nacido en Finlandia) Charly Wegelius. El libro en inglés se tituló Domestique, la palabra francesa que usan los británicos para referirse a los ciclistas cuyo cometido es trabajar para su jefe de filas. Curiosamente, los franceses hablan de equipier para definir a quienes cumplen esa función. Para ahondar en la esquizofrenia lingüística, la traducción francesa se tituló: Gregario: Un cycliste professionnel raconte le métier. El diccionario de la Academia incorpora en su cuarta acepción la siguiente definición:

"4. m. y f. Dep. Corredor encargado de ayudar al cabeza de equipo o a otro ciclista de categoría superior a la suya.

Charly Wegelius: <em>Domestique</em> Charly Wegelius: <em>Gregario</em> Charly Wegelius: <em>Gregario</em>

Cubiertas inglesa, española y francesa del libro de Wegelius

En su acepción ciclista, la palabra, que deriva del latín gregarius, llegó al castellano a través del italiano, donde designa al soldado raso y por extensión a todos los soldados rasos del ciclismo, a esos miembros del rebaño (gregge) sin galones.

En castellano, los préstamos de otros idiomas, sobre todo del francés, son numerosos en nuestro lenguaje periodístico. De las retransmisiones del Tour (sólo los minutos finales de cada etapa) que veía en mi infancia recuerdo la repetición de expresiones como «la serpiente multicolor» o el glorioso «los esforzados de la ruta». Es cierto que los ciclistas se esfuerzan y mucho, pero, en el calco apresurado, el sentido se perdió por el camino. La expresión francesa era «les forçats de la route», es decir, los esclavos o los forzados de la carretera. Fue así como el célebre periodista francés Albert Londres llamó a los corredores cuando cubrió el Tour de Francia de 1924 para Le Petit Parisien. Sus artículos, recogidos en un delicioso libro con ese título, Les forçats de la route, son una narración cruda de lo que suponía correr etapas de más de cuatrocientos kilómetros («Ça, c'est de la cocaïne pour les yeux, ça, c'est du chloroforme pour les gencives»).

Albert Londres: <em>Les forçats de la route</em>

Albert Londres: Les forçats de la route

Palabras francesas relacionadas con la ropa (maillot, culote) o con partes de la bici (pedalier) o accesorios (bidón) pasaron al castellano. Otros préstamos y calcos del francés, como «demarraje» o «farolillo rojo», han alcanzado incluso nuestro académico diccionario. Hay quien, cansado de la palabra «esprint», hasta se atreve a usar «embalaje» (emballage en francés, que procede de s'emballer, dicho primero de los caballos que escapaban al jinete o al cochero, y que de ahí pasó a los motores que se aceleraban, «se embalaban»).

Las retransmisiones deportivas siguen adorando los tópicos, y cada comentarista tiene los suyos. «A ver quién le pone el cascabel al gato», repetirá mil veces Ares, al que también le encantan los tópicos italianizantes: la coppia, dirá a la que vea dos ciclistas en cabeza, como si siempre se tratara de Coppi y Bartali o un uomo solo al comando, evocando la narración de Mario Ferretti: «Un uomo solo è al comando, la sua maglia è biancoceleste, il suo nome è Fausto Coppi». Ese 10 de junio de 1949,(1) Coppi aventajó a Bartali después de una maratoniana escapada en la etapa de 254 kilómetros entre Cuneo y Pinerolo, y siempre hay un buen motivo para mencionarlo. Y así sigue la narración. Parece que esté prohibido hablar del arco iris y la versión francesa, arc-en-ciel, ha quedado trasnochada, así que vemos a la maglia arcobaleno afrontando los últimos tornanti junto a un campeón de Italia ataviado con la tricolore. Curiosamente, una búsqueda en Google de «maglia arcobaleno» arroja muchos resultados de páginas en castellano. Los italianos prefieren llamarla maglia iridata.

Y de nuevo al francés porque se acerca la flamme rouge.



Notas

(1) Un cuarto de siglo después de los artículos de Albert Londres sobre el Tour que ganó Ottavio Bottecchia, el escritor y periodista Dino Buzzati (1906-1972) fue enviado a cubrir el Giro de Italia de 1949, batalla épica entre Fausto Coppi y Gino Bartali.

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